Acabo de finalizar el Curso Universitario de Especialización en Disciplina Positiva en el Aula, expedido por la Universidad Vitoria-Gasteiz. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, no solo a nivel profesional, sino también personal. Y por eso quiero compartir aquí por qué creo que la Disciplina Positiva no es solo una metodología educativa, sino una forma de ver las relaciones humanas desde el respeto, la empatía y la conexión.
Este curso me ha permitido profundizar en una mirada diferente hacia la educación y la convivencia. La Disciplina Positiva no se basa en premios ni castigos, sino en comprender las necesidades detrás de las conductas, fomentar la responsabilidad y trabajar desde el cariño firme y respetuoso. No se trata de “portarse bien”, sino de aprender a convivir, a comunicarse y a resolver los conflictos de forma constructiva.
Aunque el enfoque principal del curso está en el aula, lo más valioso para mí ha sido descubrir cómo estos principios pueden aplicarse en cualquier entorno: en casa, en el trabajo, en pareja, con amigos o incluso con uno mismo. Porque al final, todos necesitamos sentir que pertenecemos, que somos valorados, y que tenemos un lugar donde se nos escucha sin juicio.
Este aprendizaje refuerza aún más mi compromiso con la mediación, con la escucha activa y con la educación emocional. Creo firmemente que si cambiamos la forma en que nos relacionamos con los demás (y con nosotros mismos), podemos transformar muchas situaciones difíciles en oportunidades de crecimiento.
Seguimos aprendiendo, creciendo y compartiendo.
Gracias por estar ahí.
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